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Tuesday, 5 March 2013

La condición postmoderna (P. Gregory)


“Los ‘elementos de superficialidad y precariedad de la experiencia estética’, presentes en la sociedad tardo-moderna o postmoderna no son, entonces, necesariamente sinónimo de alienación: ‘la ‘sociedad del espectáculo’ de la que hablaban los situacionistas no es sólo la sociedad de las apariencias manipuladas del poder; es también la sociedad en la que la realidad se presenta con caracteres más suaves y fluidos y en la que la experiencia puede adquirir los rasgos de la oscilación, de la desorientación, del juego’ y de la ambigüedad [1]. A esta fenomenología y movilidad de la experiencia, reencontrada y renovada, Vattimo liga uno de los pasajes más importantes para legitimar el Wessen de la postmodernidad: el aligeramiento del ser – a lo que corresponde ‘la esencia ornamental de lo bello’, lo efímero de los productos, el eclecticismo de las formas artísticas y en general el concepto de ‘estetismo’[2] que, desarrollado en la segunda mitad del siglo XIX, presentaba el arte como ‘una experiencia de lo agradable’ dilatada y al alcance de todos – traslada el interés de la estructura del objeto a su carácter de acontecimiento, interrelacional, metamórfico, evidenciando una experiencia estética que, al oponerse a la estabilidad estructural del dato, se afirma en la diferencia y en continuo devenir, en el proceso de posibles referencias que, en su juego recíproco, constituyen el así llamado ‘mundo real’.

Entre la experiencia estética y la vida se da, entonces, una transferencia continua: el arte, interpretada por sobre todo como fuente de placer, se dilata y deviene parte esencial de la vida cotidiana, sin embargo en esta invasión, se ‘vulgariza’ (en un sentido no necesariamente valorativo, sino descriptivo), se contamina, y pierda definitivamente su ‘aura’ original. No quiere subvertir nada, sino sobre todo decorar, embellecer, mejorar la existencia, acentuando a través del ornamento una ‘reivindicación de la vida’, porque […] ‘permite el disfrutar del la apariencia, de aquello que encontramos al ver y, por lo tanto, al vivir’[3]. Exactamente lo contrario, por lo tanto, de las exploraciones de las vanguardias que, al llevar arte en la vida y en la sociedad, intentaba hacer del arte (y de la arquitectura) el proyecto de una reorganización utópica del mundo.”

Gregory, Paola (2012 [2010]) Teorie di architettura contemporanea. Percorsi del postmodernismo. Roma: Carocci editore. pp 23-24.


[1] G. Vattimo, La società trasparente, Garzanti, Milano 2000 (Iª ed. 1989).
[2] P. D’Angelo, Estetismo, il Mulino, Bologna 2003.
[3] M. Maffesoli, L’istante eterno. Ritorno del trágico nel postmoderno, Luca Sossella, Roma 2003.

Saturday, 15 December 2012

On Architecture and Aesthetics (Slavoj Zizek)

Architecture and pleasure from the aesthetics of the common beauty icons. Slavoj Zizek, University of Ljubljana (Slovenia). Filmed Thursday, June 10, 2010. Video belongs to Arquitectura y Sociedad (Foundation for Architecture and Society).

Saturday, 28 July 2012

La vivencia estética (Plazaola, J.)

"Lo que llamamos bello es eso que impresiona nuestros sentidos, eso que empieza cautivando los ojos y los oídos, produciendo sensaciones deleitosas en nuestro aparato muscular.

Tan ligada a lo sensible está esta experiencia, que algunos han intentado reducir el goce estético a una reacción puramente orgánica. Grant Allen definía lo bello como 'aquello que provee a nuestro sistema nervioso de un máximo estímulo con un mínimo de gasto en procesos no vinculados a las funciones vitales' (Psychological Aesthetics, London 1877, pp. 30-37) e intentaba explicar por causas orgánicas la superioridad atribuida a la vista y al oído como fuentes de placer comparados con los sentidos 'inferiores0. También William James pretendió explicar la emoción estética por el conjunto de sensaciones orgánicas que ciertas percepciones desencadenarían por vía de reflejo ('No lloro porque estoy triste, sino que estoy triste porque lloro'); en un capítulo dedicado a las emociones delicadas (The subtler emotions), morales, intelectuales y estéticas, pretende mostrar que es en la sensación donde reside la fuente originaria de las emociones agradables que inconsideradamente creemos vinculadas a la representación misma. Otros han insistido en sensaciones dinámicas. La emoción musical, por ejemplo, no sería sino una repercusión cinestética y cenestétsica de la música. [...]

Todo esto es verdad, pero no es toda la verdad. Al escuchar un Norcturno de Chopin, no quedamos conformes si se nos dice que sólo nuestros oídos han sido complacidos. Ante la belleza tenemos la conciencia de que son facultades profundas de nuestro yo las que quedan colmadas y que este hecho es precisamente lo que caracteriza el placer de la belleza, discriminándolo de otros deleites sensibles, y por eso aceptamos la distinción que Kant estableció entre lo agradable y lo bello (Kant llamó agradable a lo que gusta a los sentidos en la sensación, y de lo cual decimos no sólo que gusta, sino que satisface un apetito (vergnügt). En cambio, lo bello es lo que simplemente gusta, promoviendo un juicio de gusto).  [...]

arkitectonica.blogspot.com
El goce estético está, pues, inseparablemente unido a los sentidos; éstos - dice San Agustín - anuncian el juicio de la razón, pero gozan antes de todo posible cálculo, porque poseen 'una capacidad cuasijudicial'. La intervención de la imagen sensible es tan decisiva en esta experiencia, que su papel hace de la contemplación artística una actividad en ciarto modo inversa a la operación mental del conocimiento puso; en éste, el objeto es percibido cuando se le reduce a sus rasgos esenciales; cuando se le descompone, se le desvitaliza y se le desensibiliza; en cambio, en la contemplación estética, aunque el comienzo sea idéntico, el proceso es inverso: 'la intuición estética se detiene en esa imagen primera, no va más adelante, y es la imagen la que queda sola en la conciencia' (Basch, Essais d'Esthétique p. 48.). Esta función de lo sensible y lo inteligible es quizá un rasgo esencial de la percepción estética."


Plazaola, Juan (2007) Introducción a la Estética. Historia, Teoría, Textos. Bilbao: Universidad de Deusto. pp 283-285.

Wednesday, 4 August 2010

Experiencia estética

"En las artes visuales el momento estético es ese instante fugaz, tan breve hasta ser casi sin tiempo, cuando el espectador es un todo con la obra de arte que está contemplando, o con la realidad de cualquier género que el espectador mismo ve en términos de arte, como son la forma y el color. [...] Ambos [sujeto y objeto] se convierten en una sola entidad: el tiempo y el espacio son abolidos, y el espectador está poseído de un único conocimiento. [...] el momento estético es un momento de visión mística."

Berenson, B. (1966) Estética e Historia en las Artes Visuales.
Fondo de Cultura Económica, México D.F. (p 86)


Una experiencia estética es independiente de las cualidades del objeto: no tiene ninguna relación con que éste nos guste o no, con que nos parezca bueno o malo, bello o desagradable. La experiencia estética es ese instante en el que sujeto y objeto se encuentran: el objeto produce algún tipo de reacción en el sujeto - favorable o desfavorable - que producirá un manifestarse con respecto a dicho objeto.

La experiencia estética conlleva una conexión, un vínculo, entre sujeto y objeto. Por lo tanto, podríamos decir que el antónimo de la experiencia estética es la indiferencia.



"Hay un elemento de pasión en toda percepción estético. Y sin embargo, cuando estamos sobrecogidos por la pasión, así como en momentos de extrema rabia, miedo, o celos, la experiencia es definitivamente no-estética. No hay relación sensible percibible entre las cualidades de la actividad que ha generado la pasión. [...] El proceso del arte en producción está relacionado con la estética [...]. Hasta que el artista esté satisfecho en su percepción con aquello que está haciendo, el continúa dando forma y volviendo a dar forma. La creación llega a su fin cuando su resultado es experimentado como bueno y esa experiencia viene no a través de mero juicio intelectual y externo, sino a través de la percepción directa. Un artista, en comparación con sus semejantes, es uno que no sólo está especialmente dotado con poderes para la ejecución, sino además con una sensibilidad inusual que también dirige sus obras y hechos."

Dewey, J. (2005) Art as Experience. Penguin, New York.


"Una persona está teniendo una experiencia estética durante un momento particular en el tiempo si, y sólo si la mayor parte de su actividad mental durante ese tiempo está unida y resulta (intensa, compleja y) disfrutable a través de su unión con la forma y las cualidades de un objeto determinado presentado de manera sensorial o imaginativa, y en el que su atención primaria está concentrada."

Beardsley; En: Dickie, G. (1974) "Beardsley's theory of Aesthetic Experience",
Journal of Aesthetic Education, Vol. VIII, Nº 2 (pp 13-23)
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